Se trata de caldear el ambiente. En invierno al levantarte e ir al baño, ya cerca de la hora preceptiva, uno va con una mezcla de miedo y esperanza. Hay dos sensaciones posibles. La primera es que alguien se haya levantado antes que tú y ha templado el hogar. La segunda, que inauguras el suelo y espacio helado. Ahora con los termostatos levantarse pronto es de cobardes. Todavía quedan casas en las que el valor de levantarse el primero tiene su reconocimiento. Los cuartos de baño, salvo honrosas excepciones, adolecen de un adecuado sistema de calefacción.
En casa de mi abuela había un cuarto de baño gigante que por supuesto no tenía radiador, solo un calentador encima de la puerta, con una cuerda, de la cual tirabas con miedo de que se te cayera encima, y se encendían las resistencias. Eso aportaba un calor brutal en el umbral y cambiaba de negativo a positivo el termómetro. Esa casa que en algunas zonas donde el parqué se habría estropeado, el suelo era de un plástico verde tan resultón en cierta época oscura de nuestro pasado. Ahora le llaman vinilo. Estaba puesto regular, de manera que ibas pisando por el pasillo y de pronto había una bolsa. Nunca se hablaba de eso. Bastante tenía la abuela. Pero en el baño había baldosín, como debe ser. Frío siempre. En casa de mi otra abuela el retrete tenía una funda de pelo que a mí me parecía de película, pero reconozco que en la estepa castellana, tenía su sentido.
Sin contar con ese recurso del calefactor, está el que entra el primero y llena la bañera de agua hirviendo, literal. Sale escopetado a preparar el café tras abrir el grifo y cerrar la puerta herméticamente. ¡Ah! Ahí te quiero ver: remoloneando en las sábanas calentitas, haciéndote el sordo ante la alarma que ha despertado a todos los vecinos pero que a ti te deja indiferente, incapaz de abrir los ojos. Como si las pestañas estuvieran enredadas. No quieres que sea de día. Pero oyes que alguien ha sido el primero. ¡Bien! Hueles el café recién hecho, el chisporroteo de la cafetera italiana se junta con el sonido de la tostadora, mmm: están friendo bacon, el exprimidor de naranjas. ¡Pero si no es domingo! Y por encima de todos los sonidos, el del grifo del baño. Se está llenando la bañera. Corres a meterte en la niebla de ese cuarto de baño calentito con el espejo empañado. Ya puedes echarte encima lo que haga falta. Un equivalente es que alguien se haya duchado. No es lo mismo.
Me recuerda a nuestro baño en La Granja, ahí daba igual la hora del día, tremendo entrar
ResponderEliminarSiiii. Literal. Segovia es así.
ResponderEliminarLos baños son siempre heladoresd, debe ser los paramentos el suelo y los sanitarios.Horror
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